La Compañía Teatro Casero, una vez más, dió a luz una
nueva producción escénica de alto vuelo. En esta ocasión se trató de El Originario, con dirección de Darío Levin y actuación de Adrien
Vanneuville. El texto, co-escrito por Levin y el dramaturgo Julio Molina, es el
resultado de una fina investigación escénica que busca poner en tensión diversas
nociones como identidad y territorio, correlato objetivo y emoción, documento y
ficción.
El lenguaje poético de El Originario se despliega en una narración que dibuja, con lujo de
detalles sensoriales, un paisaje que bien podría ser la estepa patagónica, la
estepa asiática o cualquier otra región caracterizada por condiciones
severas, un territorio de naturaleza extrema. En este relato, el paisaje es un
personaje más que deviene puente hacia un territorio universal que homologa
toda existencia humana hasta su reducto más básico y esencial.
Adrien Vanneuville captura la atención con su entrega y notable ductilidad: logra tocar fibras sensibles con un rango de
energía muy acotado en el que, no obstante, vemos diversos matices
brindados desde la sutileza del gesto y de lo sonoro. El rigor en la dirección
de Levin es clave para eludir acá toda pretensión épica y lograr mantenernos en
vilo durante todo el espectáculo.
Desterritorialización / Reterritorialización
Gravita en El Originario esta concepción deleuze-guattariana, no sólo por lo que sugiere el contenido
del texto sino por el entramado de éste con el procedimiento escénico. Desde la
musicalidad de la escritura, la materialidad sonora del acento foráneo y de la
guitarra, y el cuerpo, prístino, a veces en franca presentación y otras en aparente suspensión, se trazan múltiples líneas de
fuga que conforman un territorio poético cuyos límites parecen difusos,
líquidos. El resultado: un continente escénico cuyo contenido opera un
movimiento constante entre el presente, el pasado, los presentes, los ausentes,
los que están por venir, lo familiar y lo extranjero. No se requiere allí más
brújula que nuestra insaciable sed de dar sentido echando mano de nuestro
acervo de referencias propias.
Como todo buen dispositivo
artístico, autoconsciente y coherente con su contexto, El Originario no realiza operaciones de cierre ofreciendo respuestas o
certezas sosegadoras, sino que abre, expande el pensamiento, la imaginación, la
emoción; y desborda, no sin cierto sentido de austeridad y transparencia,
diversas interrogantes sobre la fragilidad de nuestra condición humana.
En 2019 se prevén nuevas funciones en la Comarca Andina. Se trata de un espectáculo absolutamente recomendable.
Valoración: ★★★★★
Procedencia: Comarca Andina
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